Obra Gráfica. ESA RIIPPA

Galería Taller Gravura
Podríamos decir que el arte es el reflejo del pensamiento y vivencias de los artistas. Sus obras son una crónica de su tiempo y circunstancias, con los que crean espacios irreales, que invitan a la reflexión. Un acto de generosidad que nos transforma y nos permite acceder a su mundo libremente.
Un mundo, el de Esa Riippa, lleno de escenas cotidianas, que nos acerca a nuestras propias vidas desde una ventana ajena. La capacidad de Riippa para crear imágenes universales conlleva un ejercicio de crítica poética sobre la sociedad de consumo, el trabajo, la producción en exceso y la desconexión absoluta con la naturaleza. Una naturaleza que representa, en el exterior, con espacios abiertos ajenos a la presencia del ser humano y en sus estampas de interior, donde la naturaleza forma parte del objeto. Surge la soledad contemplativa, esa que nos permite observar el mundo y nuestro comportamiento, y se mezcla con la obligatoria, esa otra soledad que nos convierte en esclavos del tiempo y nos hace dudar sobre si las jaulas que nos rodean están ahí para protegernos o para defendernos.
Pero, además, el artista tiene la capacidad de crear espacios mágicos, casi de cuento de hadas moderno, en el que bonsáis, peceras sobre mesas de salón, bandejas con fruta o jarrones que descansan sobre las mismas hojas secas que un personaje trata de barrer, vienen a advertirnos de la necesidad de cuidar el entorno. Una delicada y sutil manera de enfrentarnos a una realidad que tratamos de ocultar: disfrutar de la belleza de la naturaleza en pequeñas dosis y dentro de casa.
La maestría del artista en el uso de la luz nos permite contemplar detalles de color y texturas en esos espacios abiertos que nos muestra; lugares que nos emplazan a ser sencillos espectadores de los acontecimientos, como si el mundo se hubiera detenido sin saber cuándo volverá a ponerse en marcha. Un juego, el de este maestro grabador, entre aguatintas, que difuminan la luz exterior, y tramas de aguafuerte, donde anidan sombras y fondos.
Frente a la belleza de la obra de Riippa, surgen las preguntas. ¿Somos simples espectadores o nos convertimos en partícipes de la realidad que nos muestra? ¿Qué hacemos para sentirnos felices? ¿Lo somos o preferimos pensar que lo somos? Qué duda cabe de que el humor, con el que el artista presenta esta realidad incómoda, consigue acercar su obra al espectador sin posicionamientos, ofreciendo la posibilidad de replantearnos nuestra desconexión con el mundo que nos rodea.
Hoy en día, donde la belleza se presenta en una realidad paralela y virtual, la obra de Riippa se convierte en un oasis visual, donde la belleza estética de las obras nos adentra en nuestras propias debilidades: el arte como bálsamo del alma y como azote del pensamiento. (Roy Laguna. Enero 2024) . .